La fisonomía del medio y paisaje actuales es consecuencia de miles de años de interacción entre la especie humana y su medio. Por ello, el “grado de naturalidad” del medio en la Península Ibérica es muy reducido como resultado de esta relación ancestral.
La mayor parte del territorio español, “protegido” o no, es propiedad privada, siendo muy reducido, en proporción, el porcentaje de suelo de propiedad pública.
Durante décadas, las políticas de conservación se han basadoen la creación de espacios protegidos en los que se prohibía cualquier acción que no fuera destinada a los fines por los que eran declarados, excluyendo a propietarios, ganaderos, agricultores y cazadores que veían cómo los métodos y técnicas de aprovechamiento de los recursos, que desde siglos llevaban practicando en el territorio, eran prohibidos y perseguidos (agricultura tradicional, ganadería, caza, etc.). Estas políticas que se pueden denominar tipo “Icona” o “iconianas”, eran aplicadas por ingenieros de montes, ingenieros técnicos de montes y otros gestores que valoraban el medio con criterios meramente mercantilistas o de producción de madera.
Una buena parte de estas iniciativas de pseudo-conservación eran impuestas por técnicos o funcionarios incompetentes o entidades que consideraban al agricultor, al ganadero o al cazador como elementos negativos o perjudiciales para el medio o para sus intereses. En algunos casos, estas estrategias han llegado hasta la actualidad, facilitando que se invierta el dinero público con criterios desacertados.
Estas políticas, unidas a la falta de información objetiva, han provocado, además, una oposición férrea de pueblos enteros a la conservación del medio, lo que ha favorecido la destrucción sistemática de grandes áreas y de una parte de la Biodiversidad. Los habitantes del medio rural sienten, de esa forma, vulnerados sus derechos en beneficio de un mal entendido interés general.
La creación de “islas-santuario” de conservación, de forma que en el resto del territorio se permite cometer auténticos desmanes, es una práctica muy extendida y es consecuencia de normas que favorecen el desarrollismo.
Es erróneo pensar que sólo merecen ser conservados o gestionados adecuadamente los espacios designados oficialmente o que tienen ciertas especies valiosas y que el resto puede ser alteradoa discreción. La política de crear “islas” de protección es obsoleta y se ha demostrado ineficaz en muchos casos.
Para ACUDE merecen atención no sólo aquellos espacios o especies emblemáticos, sino el medio rural en su conjunto. La “custodia del territorio” es una herramienta aplicable a todo el territorio, no sólo a una parte, de forma que el resto se deje a merced de decisiones arbitrarias o interesadas.
Por ello, ACUDE pretende fomentar la participación de los propietarios y usuarios como estrategia eficaz de gestión-conservación del territorio.
ACUDE abarca los siguientes frentes de acción:
- Paisaje (natural-rural).
- Ecoturismo.
- Apicultura, agricultura y ganadería sostenibles (aprovechamiento
- tradicional y/o ecológico).
- Problemática hidrológica y forestal.
- Diversidad biológica y genética (razas ganaderas y variedades agrícolas autóctonas amanazadas).
- Recursos culturales integrados en el medio.
- Concienciación de la población rural y urbana.
- Actividad cinegética sostenible.